El Exceso de Palabra Ensucia, El Exceso de Silencio es el Vacío.
El malestar que puede causar un malentendido e incluso el daño a propios y extraños creo que se banaliza. Hay quien se piensa que adivina, que tiene el poder de comprender al Otro por una especie de intuición innata que nada tiene que ver con la observación, el estudio y, sobre todo, con la interacción permanente y genuina con los semejantes y alegremente se hacen conjeturas a las que se da la categoría de verdades inapelables y de forma mágica, sin contrastar, sin comunicarse, sin apenas preocuparse por el pensamiento y el sentimiento del Otro, se hacen sentencias y se toman decisiones que, ni tan siquiera se cuestionan para sí mismos. De esta "capacidad innata" se aprovechan quienes tienen intereses foráneos, han sido crédulos o simplemente ingenuos, sintiéndose decepcionados, y quienes han sido tocados por el deseo insaciable y tienden a satisfacerse por encima de cualquier otra consideración, dejando sin herramientas a quien, de buena fe o por sentimientos de afecto profundos, desean aclarar, contrastar, reparar y buscar alternativas de entendimiento que puedan minimizar los daños y sirvan para rescatar lo más bello e interesante de los encuentros y si es posible no romper los vínculos, aunque éstos puedan verse modificados. Intentar equilibrar deseos y afectos y buscar la forma de expresarlo sirve para paliar los daños, frecuentemente inevitables, y lograr relaciones más duraderas, más genuinas y sobre todo más placenteras.
El malestar que puede causar un malentendido e incluso el daño a propios y extraños creo que se banaliza. Hay quien se piensa que adivina, que tiene el poder de comprender al Otro por una especie de intuición innata que nada tiene que ver con la observación, el estudio y, sobre todo, con la interacción permanente y genuina con los semejantes y alegremente se hacen conjeturas a las que se da la categoría de verdades inapelables y de forma mágica, sin contrastar, sin comunicarse, sin apenas preocuparse por el pensamiento y el sentimiento del Otro, se hacen sentencias y se toman decisiones que, ni tan siquiera se cuestionan para sí mismos. De esta "capacidad innata" se aprovechan quienes tienen intereses foráneos, han sido crédulos o simplemente ingenuos, sintiéndose decepcionados, y quienes han sido tocados por el deseo insaciable y tienden a satisfacerse por encima de cualquier otra consideración, dejando sin herramientas a quien, de buena fe o por sentimientos de afecto profundos, desean aclarar, contrastar, reparar y buscar alternativas de entendimiento que puedan minimizar los daños y sirvan para rescatar lo más bello e interesante de los encuentros y si es posible no romper los vínculos, aunque éstos puedan verse modificados. Intentar equilibrar deseos y afectos y buscar la forma de expresarlo sirve para paliar los daños, frecuentemente inevitables, y lograr relaciones más duraderas, más genuinas y sobre todo más placenteras.
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