
Era de prever o al menos a mi me lo parecía, sigo navegando en mitad de una tormenta y sólo con mi paraguas. Y no navegas conmigo, aunque a veces coincidimos en el puerto. No sé por qué me empeño en hacer que ésto sea algo más que un juego... Y mientras todo transcurre sin que pueda evitar derrapar. El viento me quema los pulmones y me deja sin fuerzas y sin aliento. Me situaré, si puedo a favor del viento.