Cuando dicen que soy un hombre el corazón se me encoge, siento que la tristeza y la angustia me invaden y pienso en tí, en vosotros, cuando me deciais "tienes que ser fuerte", "tu puedes con ello" "ánimo". Era en esos momentos que yo me sentía más niña (con a) primero y después, más mujer. Os recuerdo expectantes y deseosos de verme salir con éxito de mis incursiones... Eso duró hasta que te fuiste, no resististe a esa maldita enfermedad en aquel momento tan desconocida y tan mortal, y la dejaste a ella desolada en su deseo, en su futuro, en lo que esperaba que le ocurriera el resto de su vida: Tenerte.
Yo me quedé sin mi guía y desde entonces creo que me he negado a encontrar el norte, me ha traicionado mi amor hacia tí. Mucho me ha costado separar de mí esta sensación de insatisfacción, de culpa, de vacío. Al fin lo he conseguido, aunque hay momentos en que reaparece, pero ha tardado tanto.... que ahora me invade el reproche. Sólo quiero parar, perdonarme y quereros sin complejos. Sólo quiero ser capaz de tejer, aún ahora, una nueva red con todos los amores, con todos los afectos que deshice, que están ahí guardados y a los que me cuesta tanto mostrar.
Me encanta ser mujer, tener secretos, desprender perfumes, aguantar tempestades y poder seguir queriendo con amabilidad, con esta dulzura inmensa que me invade y a veces me hace desear ser más picajosa, más agria. Mi gran contradicción.
Me encanta sentir que puedo hermanarme con otras mujeres, pero no me gusta el gineceo, no me gusta el haren (si no es para retirarme) no me disgusta lo homogéneo, pero prefiero lo heterogéneo. Y ahora a navegar...
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